Hace años que decidí no dedicarle ni una línea a esta supuesta actriz, más allá del comentario informativo justo referido a sus interpretaciones cinematográficas. Su actitud estúpida, su nivel de engreimiento y su habitual comportamiento mentiroso con compañeros de prensa así me lo indican.
Con gran asombro he visto como la prensa del corazón, y la mayoría de los medios en general, le han prestado un inusual seguimiento a su carrera (yo llamaría estancia o paseo) americana. En su mayoría lo que se ha contado no se ajusta a la realidad, aunque quien sabe si esto se debe a la ignorancia, a creerse los bulos de según qué departamentos de publicidad o quien sabe a qué.
Hemos leído miles de páginas sobre ficticios romances con diversas estrellas de la pantalla americana, loas a una profesionalidad nunca demostrada en sus breves apariciones en películas de producción americana y noticias que nunca se sabe de dónde han salido.
Aquí debemos recordar que cuando The New York Times mencionó su nombre por primera vez, fue para obsequiarla con un "palo" de los que hacen época en la acertada valoración "TODOS LOS CABALLOS BELLOS", o también las frases dedicadas por Steve Martín en la pasada ceremonia de entrega de los Premios de la Academia.
Ahora llega esa historia tragicómica sobre su romance con Ton Cruise. No soy adivino, ni mucho menos; no pretendo que lo diga quien escribe sea palabra de Dios, ni nada parecido... Pero mucho me temo que esta historia que llena páginas de periódicos y revistas, horas de radio y televisión, no es más que un montaje publicitario de una película cuyo estreno ha tenido que ser pospuesto.
Si analizamos los antecedentes sentimentales del Sr. Cruise y la larga lista de historias nunca sucedidas de la tal Cruz, no será muy difícil llegar a una conclusión: no nos creemos nada de nada. Dicho esto la verdad es que me importa una mierda que el Sr. Cruise tenga una novia o mil, que sea blanco o negro; me importa aún menos lo que haga o deje de hacer la tal Penélope. Si fracasa profesionalmente habrá encontrado lo que se merece, y si triunfa que lo disfrute.
Lo que si me da vergüenza ajena es que los medios de comunicación serios dediquen su tiempo, su espacio, a una memez como esta, a un personaje tan estúpido como esta señorita, que dicho sea de paso suele obsequiar a los medios de comunicación nacional con el más profundo de los desprecios o con las más sentida ignorancia.
Allá cada uno, pero nosotros desde hoy volvemos a nuestra política habitual, que es no perder nuestro tiempo, ni hacerles perder el suyo, con la última Cruz Nacional que nos ha tocado parecer, y es que hay apellidos que se ajustan como anillo al dedo.
© Carlos infante, 2001